sábado, 28 de noviembre de 2009

Las perdices no deben amarse


Estaban dos tristes perdices nadando andentro de una olla vieja.

Flotaban entre papas, boniatos, un poco de sal y mucho gusto a mierda.

Así sabes moraleja cuando caldo es con tu historia

¿quién elige quién se casa y quién va adentro de la olla?


Atrás de la última página los reyes van aprontando la mesa,

el mantel casi sin uso y está fresca la cerveza.

Cada vez que hay bella historia, yo me aferro de tu mano

¿Cuánto eliges con tu suerte? ¿qué no elijo cuándo gano?


Allá, a dos párrafos del fin, hay un bosque silenciado.

varios nidos van perdidos y hay niños deshabitados...

domingo, 19 de abril de 2009

Carta con uno mismo como si fuera uno mismo I


Estimado yo,

Le escribo por motivos que conoce y que espero sepa entender. Los últimos han sido tiempos difíciles y, de hecho, me consta que está al tanto. Es por esto que me veo obligado a comunicarle que no estoy en condiciones, de momento, de pagarle lo que le debo.

Pero no desespere, ya llegará. Después de todo hay confianza. Nadie está más interesado que yo mismo.
Lo quiere,
Yo

martes, 17 de febrero de 2009

Cosas de chicos II


Los jóvenes bajaron por la escalinata aún con los dedos entrelazados. No había mediado palabra desde que ella, unas cuatro cuadras atrás, había decidido tomarlo por sorpresa.

Cuando sus pasos fueron recibidos por la arena y el mar se les apareció claro e infinito, el se descalzó y mantuvo el paso seguro, casi con delicia, anhelando que ella lo siguiera para perderse al fin en la noche.

Sin soltarse las manos bordearon la costa, mojándose los pies de ola en ola; con un manto de estrellas en el cielo y otro improvisado con los caracoles resplandecientes que se delataban ruborizados ante la impertinencia de una clara luna.

Ella se decidió a hablar y le notificó de su fascinación por las flores de campo, los juegos de cartas y las casas con techitos a dos aguas. Él, por su parte, le reconoció su temor por las arañas y su deseo de conocer la nieve.

Podrían haberse besado en ese momento y, sin embargo, decidieron postergar el inevitable desenlace para no terminar jamás con ese mágico momento que los encontraba más cerca del cielo que de la tierra. Aunque la frescura de la finísima y blanca arena se sentía patente bajo sus pies, un llamado a que todo aquello en verdad estaba sucediendo.

El elogió su sonrisa y ella agradeció con la mirada. Con su mano libre acarició su hombro, y descubrió un lunar que aparecía justo al lado del bretel. Así de indiscreta estaba la luna; pero no este narrador que en cuanto constató que la las prendas caían sin rubor al suelo decidió interrumpir su peregrinar y dejar que los chicos, que mantenían de todos modos su caminata, se perdieran en la noche. Allí seguro encontrarían un previsible desenlace, entre juramentos de amor eterno y finales felices, desconocedores de que tales historias no duran por siempre.

3 días más tarde, a 50 kilómetros de allí, prefectura naval encontró sobre la costa, los cuerpos de 2 muchachos como los de ésta historia, casi escondidos debajo de la arena con quemaduras de segundo y tercer grado, picoteados los ojos por las gaviotas y con claras señales de haber perecido por deshidratación. Sus dedos aún permanecían entrelazados.

domingo, 25 de enero de 2009

Otro domingo en las trincheras*



"Guardar el lado negativo de las cosas en el horno y hacer helados de lados positivos"
"Refrescar nuestra memoria con recuerdos a punto de ser olvidados"
"Llamar por teléfono a una persona que siempre estamos por llamar"
"Escuchar el silencio hasta volverse invisible"
"Dibujar el mundo en una servilleta de papel"
"Querer ser un pez, para llenar de burbujas su (tu) pecera"
"Buscar recetas de cocina que lleven miel y limón"
(...)
"Escribirse una carta a uno mismo como si fuera para uno mismo"
"Cerrar los ojos, ojear los cierros, hojear los rojos, rojar los cerros, rozar el sol..."
"Mordisquear una manzana, un durazno, o un pelón. O mordisquear algo mejor"
"Decir muchas veces la misma palabra hasta que pierda el sentido, o hasta olvidarnos de lo que estamos haciendo"
"Hacer e cuenta que se está distraído y suavemente salir de la casa, caminar y ver hasta donde se llega"
"Confesarnos la verdad, o la mentira"
"Escribir un libro...o una frase...o una palabra"
*Aclaración: los domingos pueden volverse aún más terribles , si la tarde está nublada y se cae en la cuenta de que el autor(a) de las palabras está, irremediablemente lejos.

domingo, 18 de enero de 2009

Cosas de chicos I



La tierra es al Sol como un grano de arena a ésta naranja. Claro, con la cáscara. Sin la cáscara más que al Sol, la naranja se parece a la tierra sin la capa de ozono. Alguien sabe lo que es la capa de ozono? Levante la mano a quien le gusta comer naranjas. El que me diga qué es la capa de ozono le regalo ésta.

Al final, hubo naranjas para todos, los gurises salieron contentos de su penúltimo día de clases y pateando balasto se fueron todos al lado del río a desobedecer un poco a sus padres antes de la merienda y del rezongo; ambos tan puntuales.
Entre sapitos y rayuelas, Manuela tiró el primer ensayo filosófico de la tarde. Si te comes una semilla de naranja te convertís en árbol; No boba, cómo te vas a convertir en árbol; En serio; ¿A ver?; Bueno. Se manducó la semilla. Los gurises la rodearon mientras ella la masticaba. Puso cara fea, las semillas tienen como un gusto fuertón que te inspira esa cara.

Se la veía muy convencida, ese día estaba atractiva. Hizo una mueca de desafío. Se sopló el pelo, sabía que en ese momento la estaban mirando todos sus compañeros y eso la puso un poco tensa. Trató de relajarse, estiró los brazos como para hacer un poco de tiempo, que esto de convertirse en árbol no debía ser changa.

La muy ingenua se rió, estiró los brazos emulando unas ramas, y emitió un musical ta tan dando a entender a todos que ya era un árbol. Causó mucha gracia. Se molestó un poco ante tanta incredulidad y trató de concentrarse. Estaba completamente segura de que lo lograría. Che, Manu se me hace tarde, ¿no te enojás si me voy y mañana te visito y te cuelgo una hamaca?; Tarado.

Los chiquilines se fueron y la muchachita se quedó parada, decidida, con los brazos erguidos, la cabeza colgando hacia atrás y la mirada abierta al cielo. La abrazó la noche.

Cuando Juan llegó a su casa tenía un dolor en el estómago. Tendría que haberse quedado junto a Manuela por cuanto tiempo dure su terquedad, después de todo, de eso se trataba lo que fuera que sea que le pasara con ella. Una especie de incondicionalidad más allá de las palabras, cosas de chicos. No pudo dormir en toda la noche; rememoraba la pesada obstinación de la niña por lograr sus cometidos por absurdos que parezcan, y lloró de bronca. Bronca porque su amiga era tan valiente como para morir de frío por una mentira y él; él era lo suficientemente cobarde como para apartarse de la verdad, aunque sea una tarde. Los débiles carecen de imaginación.

Amaneció muy tarde esa mañana, si se permite tal licencia. Juan, después del desayuno saltó la verja y tomó la bicicleta. Se apresuró hasta la alameda donde habían estado el día anterior. Bordeó el río, pero no encontró a la chica. En su lugar, se erguía imperturbable, un majestuoso naranjo en flor. Un árbol de medias naranjas, historias que nunca podrán completarse. Eso sí, orondo.