
Desperté con mordiscones en la cara. Con el techo en la punta de la nariz y la memoria hecha un graffiti.
Cómo tantos, al recordar que vivo en un mundo donde existe el tiempo y en la súbita carrera por aminorar el retraso, olvido mis pantalones. No sé si resulta pertinente remarcar que jamás uso ropa interior.
La calle abarrotada de mal vivientes con cara de almohada, suele ser un excelente refugio para quien quiera esconderse del mundo, el problema es encontrarse.
Y ahí iba yo.
Con la camisa manchada por el último café tomado entre amigos y que guardé como tesoro. Con una jauría de perros de la memoria deshaciéndome la carne; y con el cansancio que costó alimentarlos cuando eran cachorros a cuestas.
Y ahí iba yo, el último de la tribu que no supe fecundar, empecinado en no arrojar esperanza en la cuadra.
Sigo a paso de hombre. Nunca aprendí a hacerlo de otra manera. El momento sucedido de momento; lineal, inequívoco, previsible, simple, pueril.
A pesar, de los perros, y del frío de la escarcha; sigo. A pesar del viento, que es casi un humo, y del maletín cargado de piedras de gastados colores, prosigo, persigo.
Supongo que jamás acudiste a la cita, jamás desistirías de conocerme si me topases en ese estado, tan amante.
Cómo tantos, al recordar que vivo en un mundo donde existe el tiempo y en la súbita carrera por aminorar el retraso, olvido mis pantalones. No sé si resulta pertinente remarcar que jamás uso ropa interior.
La calle abarrotada de mal vivientes con cara de almohada, suele ser un excelente refugio para quien quiera esconderse del mundo, el problema es encontrarse.
Y ahí iba yo.
Con la camisa manchada por el último café tomado entre amigos y que guardé como tesoro. Con una jauría de perros de la memoria deshaciéndome la carne; y con el cansancio que costó alimentarlos cuando eran cachorros a cuestas.
Y ahí iba yo, el último de la tribu que no supe fecundar, empecinado en no arrojar esperanza en la cuadra.
Sigo a paso de hombre. Nunca aprendí a hacerlo de otra manera. El momento sucedido de momento; lineal, inequívoco, previsible, simple, pueril.
A pesar, de los perros, y del frío de la escarcha; sigo. A pesar del viento, que es casi un humo, y del maletín cargado de piedras de gastados colores, prosigo, persigo.
Supongo que jamás acudiste a la cita, jamás desistirías de conocerme si me topases en ese estado, tan amante.